FIN DE SIECLE. NINE BARNS. 12’’
La última publicación de este dúo francés formado por Stephane Flauder (keyboards, guitarra, flauta, acordeón y percusiones) y Florence Cailleux (violín, voz y sonidos) tiene por nombre “Nine barns” y significa el adiós de un proyecto independiente, autónomo y reflexivo que a lo largo de su carrera se ha interesado en desarrollar e investigar mundos sonoros firmemente unidos a sus inquietudes musicales sin sujeción a modas que pudieran ensombrecer una libertad de ideas y de actuación. Este modo de afrontar cada uno de sus trabajos trasciende en el oyente como exposición del arte tal cual, prescindiendo de intermediarios o filtros que despersonalicen un concepto de música repleta de atmósferas intimistas. La edición del trabajo viene presentado en formato vinilo limitado a 300 copias, y abarca aquellos temas compuestos desde 2003 hasta finales de 2004, situándose como transición entre los álbumes “Sans titre” y “Patagonie”. No deja de ser este hecho una anécdota que apenas es apreciable al escuchar los catorce cortes que forman un disco sumamente atractivo, capaz de reunir todos las cualidades y virtudes que han hecho único a Fin de Siècle. Dicha libertad de creación musical sin cortapisas ni otra pretensión que la natural en un compositor que trata de trazar una línea musical imaginada con envolventes ambientaciones, puede desencadenar dos respuestas en quien se acerca a “Nine Barns”, tanto una que sienta el encanto de un viaje enigmático pretendido por el artista ó por el contrario, otra que no acabara de entender el propósito que se interesa causando una falta de atención en el progreso de una música que tiene cada uno que juzgar por sí mismo. Si sus anteriores trabajos fueron más que interesantes, éste ultimo trabajo no será la excepción, puesto que en él se encuentran los rasgos principales de su música, que combina a la perfección los pasajes instrumentales con un sonido muy cinematográfico, composiciones neoclásicas con otras más experimentales. En cualquier caso, una gran dosis de sensibilidad que desemboca en una inspiración onírica advertida en canciones como “Summertime”, por la que brotan emociones muy evocadoras y tristes, “Daddy”, compuesta mayormente por samplers de voces con fondos ambientales, “The feast”, de carácter mucho más enigmático y oscuro, “Strange”, resaltando risas de niños que inventan ilusiones delirantes o “Epílogue” haciendo de colofón con un brillante piano que como un flash me hizo recordar a Yann Tiersen, porque este disco tiene todo esa variedad de influencias que hace imposible catalogarlo en un estilo concreto y quizás sea mejor así, otorgando una amplitud de visiones y valoraciones; un bello final de la historia de Fin de Siècle. 7,3.
La última publicación de este dúo francés formado por Stephane Flauder (keyboards, guitarra, flauta, acordeón y percusiones) y Florence Cailleux (violín, voz y sonidos) tiene por nombre “Nine barns” y significa el adiós de un proyecto independiente, autónomo y reflexivo que a lo largo de su carrera se ha interesado en desarrollar e investigar mundos sonoros firmemente unidos a sus inquietudes musicales sin sujeción a modas que pudieran ensombrecer una libertad de ideas y de actuación. Este modo de afrontar cada uno de sus trabajos trasciende en el oyente como exposición del arte tal cual, prescindiendo de intermediarios o filtros que despersonalicen un concepto de música repleta de atmósferas intimistas. La edición del trabajo viene presentado en formato vinilo limitado a 300 copias, y abarca aquellos temas compuestos desde 2003 hasta finales de 2004, situándose como transición entre los álbumes “Sans titre” y “Patagonie”. No deja de ser este hecho una anécdota que apenas es apreciable al escuchar los catorce cortes que forman un disco sumamente atractivo, capaz de reunir todos las cualidades y virtudes que han hecho único a Fin de Siècle. Dicha libertad de creación musical sin cortapisas ni otra pretensión que la natural en un compositor que trata de trazar una línea musical imaginada con envolventes ambientaciones, puede desencadenar dos respuestas en quien se acerca a “Nine Barns”, tanto una que sienta el encanto de un viaje enigmático pretendido por el artista ó por el contrario, otra que no acabara de entender el propósito que se interesa causando una falta de atención en el progreso de una música que tiene cada uno que juzgar por sí mismo. Si sus anteriores trabajos fueron más que interesantes, éste ultimo trabajo no será la excepción, puesto que en él se encuentran los rasgos principales de su música, que combina a la perfección los pasajes instrumentales con un sonido muy cinematográfico, composiciones neoclásicas con otras más experimentales. En cualquier caso, una gran dosis de sensibilidad que desemboca en una inspiración onírica advertida en canciones como “Summertime”, por la que brotan emociones muy evocadoras y tristes, “Daddy”, compuesta mayormente por samplers de voces con fondos ambientales, “The feast”, de carácter mucho más enigmático y oscuro, “Strange”, resaltando risas de niños que inventan ilusiones delirantes o “Epílogue” haciendo de colofón con un brillante piano que como un flash me hizo recordar a Yann Tiersen, porque este disco tiene todo esa variedad de influencias que hace imposible catalogarlo en un estilo concreto y quizás sea mejor así, otorgando una amplitud de visiones y valoraciones; un bello final de la historia de Fin de Siècle. 7,3.
No hay comentarios:
Publicar un comentario