lunes, 7 de junio de 2010

DANDELION WINE. ALL BECOMPASSED BY STARS.


Esta banda australiana formada por Naomi Henderson y Nicholas Albanis no son unos principiantes dentro de las músicas del mundo, de hecho se encuentran en activo desde el año 1996. Sin embargo, y a pesar de los distintos trabajos publicados hasta la fecha, no son muy conocidos en la escena oscura; tal vez la variabilidad de su sonido ha hecho que no hayan acabado de consolidarse para los amantes de la música étnica más clásica o el dreampop soñador de Cocteau Twins. Alternando distintos ambientes, se ha presentado este nuevo cd, “All becompassed by stars”, a través del sello Black rain, que está llamado a ser el origen de un nuevo rumbo en su carrera, de cara a abrirse a un público más amplio. Como en anteriores ocasiones, Dandelion wine decide afrontar un reto no exento de dificultad, dada la ardua complejidad y cuidado que requiere la composición de canciones en las que se combina una pluralidad de influencias y estilos. En parte, el resultado se culmina de forma positiva ya sea en la variación de instrumentos y ritmos o bien en la personalidad, cada vez más visible, que va adquiriendo la voz de Naomi Henderson. Algunas canciones, en una primera escucha, pueden ofrecer algún que otro inconveniente para acceder rapidamente en la sensibilidad del oyente que, tal vez, necesite varias audiciones para identificarse con el universo electroacústico de DW que viaja por diversas culturas. Los mejores momentos llegan de la mezcla de ritmos orientales, así como de los ambientes etéreos que se intuyen de la voz melodiosa de su cantante, a penas respaldada por la de su compañero N. Albanis. No obstante, existen otros aspectos que producen el efecto contrario, acelerando el ritmo a base de guitarra eléctrica, o bien mediante secuencias programadas que parecen ir dirigidas al baile más vertiginoso (“Gravity” o “Nowhere”). Ellos mismos parecen sentirse conformes manejando este tipo de situaciones que pasan, en instantes, de la calma y el sosiego a la intensidad rockera, dark-wave y/o electrónica. Tan sólo algunos temas como “Orbit” se reservan exclusivamente a la acústica primaria de influencia oriental, relajando los sentidos con una bella melodía en “XVII” o hipnotizando nuestro inconsciente en “Seven times as bright”. En conclusión, merece darle una oportunidad a un álbum ecléctico que combina estilos con facilidad, resultando ameno y singular dentro de la multitud de bandas existentes que pretenden la originalidad. 7,7.

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