miércoles, 3 de febrero de 2010

LANGEMARCK. INJUSTITIA EST COMMODATUM


Con tan solo su nombre, Langemarck, pequeña población de Bélgica que figura como el primer escenario de los ataques con gas que realizó el ejército alemán durante la Primera Guerra Mundial, nos hacemos una idea de por donde discurren las ideas e intenciones de este proyecto germano, en solitario, de Stefan S., conocido por alguna colaboración realizada con Von Thronstahl y los dos trabajos realizados hasta la fecha, junto a algún otro mcd y distintas aportaciones a recopilatorios. En este caso concreto, nos detenemos en su primer álbum, “Injustitia este commodatum”, editado tanto en Skulline como posteriormente en Der Angriff, del que se pueden extraer varias conclusiones. Empezando por lo menos atractivo, el disco puede resultar muy lineal y simplista, la producción no está muy lograda y las comparaciones y similitudes con los geniales Leger des heils son más que evidentes. Sin embargo, si disfrutas con el estilo martial-neofolk y en concreto con los citados LDH se encuentran algunas composiciones melódicas de verdadero interés donde destacan el sonido de trompetas, percusiones y guitarra, todo ello envuelto en la electrónica marcial de ritmo lento. Este el punto fuerte de Langemarck, las bases marciales sobre las que se desarrollan himnos, más o menos heroicos, acompañándose de samplers, que concluyen en la profundidad y solemne recitar de Stefan S. No se puede comparar con la personal voz de Uwe Nolte, pero la dirección por la que se dirigen alguno de sus cortes, parece rememorar aquella primera etapa de Orplid, salvando las distancias. Mis temas preferidos son aquellos que, aunque parecen contener una estructura y melodía folkie, en realidad intentan potenciar esa marcialidad contenida que no acaba de explosionar, el inicio es sugerente con “Death 2006” y “Regen”, y sobre todo con “Elite”, de melodía pegadiza y guitarra acústica de un suavizado estilo neofolk. También se arriesga con cierta experimentación y momentos ambientales o industriales que no logran tan buen resultado, permaneciendo las percusiones omnipresentes, en un primer o segundo plano, según se va ralentizando el álbum a medida que se acerca su final con “Dreamland”. A pesar de todo lo dicho, Langemarck es un proyecto del que habrá que estar muy atentos en el futuro si es capaz, sin perder su esencia, de pulir algunas deficiencias y desarrollar las buenas ideas que ha mostrado en estos inicios. 7,6.

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